A raíz de que 2 trabajadores contrajeran COVID-19, decenas de miles de visones, principalmente cachorros nacidos hacía pocas semanas, fueron sacrificados el pasado 6 de junio.  El SARS-CoV-2 se había diseminado por granjas de animales de peletería, y el gobierno holandés decidió su sacrificio por constituir un reservorio viral que podría causar nuevos brotes en humanos.

Los brotes de visones fueron “spillover” de la pandemia humana (zoonosis reversa) y podrían haber sido la única chance de estudiar cómo el virus salta entre especies y se esparce en grandes poblaciones animales.

Las investigaciones genéticas y epidemiológicas mostraron que al menos 2 trabajadores de la granja han adquirido el virus de los visones, siendo los únicos pacientes que han sido infectados a partir de animales.  El SARS-CoV-2 puede infectar otros animales incluidos gatos, perros, hámsteres, hurones y macacos, pero no hay casos de transmisión desde esas especies a la población humana (originalmente el virus se diseminó a humanos desde una especie animal aún no fehacientemente identificada).

Los primeros 2 brotes en visones fueron reportados el 23 y 25 de abril en criaderos de 12.000 y 7.500 animales respectivamente.  Hubo más muertes de las usuales y algunos tenían descarga nasal o dificultad respiratoria.  En ambos casos el virus fue introducido por un trabajador que tenía COVID-19.  Al día de hoy, ha afectado a 12 de 130 criaderos de visones.  Una vez que el COVID-19 alcanza una granja el virus parece difundirse como fuego, aún cuando los animales estén alojados en jaulas separadas.  Los científicos sospechan que se mueve por gotitas infecciosas sobre alimento, cama o polvo conteniendo materia fecal.

Que los visones son susceptibles, no es una sorpresa, dado su parentesco estrecho con los hurones (ambas especies pueden también contraer los virus de la influenza).  Como los humanos, los visones infectados pueden no demostrar síntomas o desarrollar severos problemas incluida la neumonía.  La mortalidad fue despreciable en una granja y de casi el 10% en la otra, y por el momento, no se sabe por qué. También se encontraron gatos ferales infectados, que deambulan por la granja y roban alimento a los visones.

Holanda es el único país que ha reportado SARS-CoV-2 en visones; no ha habido reportes en Dinamarca (el mayor productor) ni en China (el 2º mayor productor; Hubei, la provincia más afectada por COVID-19, no tiene criaderos de visones).

Los brotes holandeses en visones están dando la chance de estudiar cómo el virus se adapta y disemina en una gran y densa población de animales.  En otros virus animales tales condiciones desencadenan una evolución hacia formas más virulentas, porque el virus no es “penalizado” si mata rápidamente al animal hospedador siempre y cuando pueda fácilmente saltar al próximo hospedador (la influenza aviar, por ejemplo, usualmente se difunde en aves silvestres como una enfermedad leve pero puede llegar a ser altamente patogénica cuando llega a un galpón avícola).  A pesar de que el SARS-CoV-2 está experimentando un montón de mutaciones a medida que se propaga en visones, su virulencia no parece incrementarse.

A pesar de eso, los brotes alarmaron a la gente en la provincia de Brabant (Holanda) donde se concentran los criaderos de visones.  En esta floreciente región de la industria caprina se produjo la mayor epidemia de fiebre Q entre 2007 y 2009 (Science 15 january 2010, p.266) y sus ansiosos ciudadanos se asustaron por miedo a repetir lo mismo con SARS-CoV-2 y los visones.  

Pero Coxiella burnetii, la bacteria que causa la fiebre Q, forma esporas que se aerosolizan desde los establos y, además, se depositan en los campos fertilizados con materia fecal de cabras. El SARS-CoV-2 es por lejos más frágil; los muestreos ambientales en los criaderos han demostrado su ausencia fuera de los recintos íntimos de visones, dijo la epidemióloga veterinaria Arjan Stegeman de la Universidad de Utrecht. Mientras que la población en general está en bajo riesgo, los trabajadores de los criaderos deberían usar equipo e indumentaria de protección, dice Stegeman.

Eventualmente, el virus parece consumirse en cada granja una vez que más del 90% de los animales lo han contraído y desarrollado anticuerpos. Esto, combinado con la baja tasa de mortalidad, significa que la enfermedad, por lejos, es menos devastadora para los granjeros que, por ejemplo, la influenza aviar en criaderos de aves o la fiebre aftosa en el ganado bovino.

No obstante como 2 de cerca de los 50.000 casos humanos confirmados de COVID-19 en Holanda fueron asociados a los criaderos, el gobierno decidió sacrificar los animales porque el problema podría hacerse mayor en los meses por venir.  La visona pare regularmente en abril – mayo sextuplicando la población.  Los anticuerpos en su leche probablemente protegen a las crías por un tiempo, pero luego son vulnerables a cualquier virus que persista en la granja.  Esto podría significar una segunda ola en visones elevando el riesgo de casos humanos.  Los animales fueron sacrificados con monóxido de carbono.  El gobierno holandés compensará a los granjeros. A la larga, sus negocios estaban condenados de todos modos:  una ley aprobada por el  parlamento holandés en 2012, prohíbe criaderos de visones a partir de 2024 por motivos éticos.  Los granjeros afectados podrían reabrir sus criaderos por otros 3 años si los testeos muestran contundentemente que el virus ha desaparecido, o bien tirar la toalla ahora.

Artículo original en: https://science.sciencemag.org/content/368/6496/1169